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Posted by Susana on junio 20, 2018
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¡Cada quién su perfil!

Educar a nuestros hijos es todo un reto, y hacerlo ante las diversas personalidades que estos pueden presentar lo vuelve aún más complejo, pero no imposible. Entonces para facilitarnos el proceso de formar la sana personalidad infantil empecemos por identificar que debemos de tomar en cuenta a la hora de disciplinar y aplicar consecuencias.

Cuando se analiza el comportamiento siempre tomaremos en cuenta los siguientes elementos en la ecuación: la edad de o los implicados, no será lo mismo que un niño de preescolar grite una ofensa, a que lo haga el de secundaria; el grado de madurez el nivel de comprensión y autorregulación alcanzado; el contexto de donde sucedan los hechos (casa, colegio, visita, en la calle, antes de entrar a la fiesta, en vacaciones, etc.); los actores, quienes están involucrados y su relación (hermanos, compañeros, amigos, vecinos, familiares, etc.); la necesidad insatisfecha que puede ser de atención, comprensión, afecto, cariño, límites, contención, tiempo, comunicación, alimento, sueño, diversión, entrenamiento, integración, pertenencia, consideración, etc. misma que detona en un mal comportamiento como exigencia a su deseo de satisfacción y que muchas veces los padres centran la atención en extinguir el comportamiento en lugar de satisfacer la necesidad.

Otro elemento es el perfil de personalidad y a gravedad del acto en cuestión (que renglones abajo describiremos). Todos estos factores, hacen que las estrategias disciplinarias sean variadas y que nuestro ejercicio paterno y materno sea un constante entrenamiento de nuestras infinitas habilidades parentales.

Como padres de familia queremos tener los mejores recursos y estrategias para educar a nuestros hijos e hijas, pero al hacerlo, nos encontramos con qué lo que usamos para uno no sirve para el otro. Generando en nosotros una sensación de ineficacia e impotencia, creando incluso la percepción de ser una tarea difícil y desgastante, cuando en realidad, se requiere de entender la construcción de la personalidad y la comprensión del comportamiento infantil como hemos empezado a describirlo. Partiendo de la premisa de que todas las personas somos y respondemos de forma diferente, porque tendemos a utilizar las mismas estrategias para todos e incluso ante circunstancias diferentes, entonces nos encontramos en situaciones como: si no hiciste la tarea te castigo la tablet, si le contestaste a tu mamá también y si en tiempo no te bañaste igual, conclusión tres acciones diferentes con tres niveles de respuesta (no termino en tiempo porque soy disperso, contesto porque soy impulsivo, no me metí a bañar porque aun no tengo noción del tiempo) en una misma persona con la misma valuación y consecuencia.
Aclarado el punto de la importancia de analizar los elementos en la ecuación del comportamiento. Es el turno de describir los diferentes perfiles que hemos encontrado en más de 20 años de trabajar con infantes y sus familias. Primero señalaremos que la personalidad según el modelo de Blindaje Emocional Integra-T se divide en dos:

Personalidad Blindada:  hablan de su necesidad, se adaptan, proyectan acciones calculando consecuencias, es flexible
y aprende de la experiencia previa, con madurez, certeza y valía personal. Habilidades resolutivas.
Personalidad Vulnerable: deficientes habilidades para resolver, gestionar e identificar sus emociones, así como
autocontrolar sus reacciones.

De ambas personalidades se identifican ejes conductuales que darán como resultados varios perfiles. Algunos de los rasgos característicos de los diferentes perfiles y la intervención paterna sugerida:

  1. Perfil Reflexivo: expresa verbalmente su necesidad. Es adaptable. Calcula causa y efecto. Flexible de pensamiento y puede ceder. Ante las experiencias aprende y tiende a no repetir conductas. Buen control emocional y autoconcepto. Posee independencia para su edad y desarrollo. Resuelve. La intervención paterna sugerida es: continuar con el entrenamiento de habilidades y el desarrollo de autonomía e independiente.
  2. Perfil Víctima: con alto sentido de injusticia, exagerados, catastróficos, pesimistas, poco objetivos, polarizados,
    fantasiosos, susceptibles, influenciables, mentirosos y puede ser manipulador o no. La intervención paterna sugerida es: de forma neutralizadora, con límites claros a su conducta. Buscando desarrollar objetividad y flexibilidad de pensamiento.
  3. Perfil Introvertido: tiende a ser callados, ensimismados, introspectivos, solitarios, con dificultad para expresar de forma espontánea sus emociones y pensamientos. Vinculados a los más fuertes. Pudiendo ser manipulados
    por otros y dóciles al trato. La intervención paterna sugerida es: promover la confianza, seguridad, libertad de acción y experiencias. Con una postura de entrenamiento a las habilidades y que aporte seguridad.
  4. Perfil Aplanado: poco expresivo, sin cambios de humor o emoción. Incapacidad o deficiencia para identificar sensaciones placenteras o gratificantes, indiferencia, nula empatía. Escasa motivación. La intervención paterna sugerida es: otorgar empatía, favorecer la libre expresión, promover la experiencia de logros, incentivar. Con una intervención de parte de los padres entusiasta, emotiva y persistente.
  5. Perfil Argumentativo: con altas habilidades verbales. Dificultad para escuchar a su interlocutor o de escucha selectiva. Con tendencia al monólogo. De ideas fijas y persistentes. Puede darse sin estímulo previo. Presenta frecuentemente una conducta “verborreica” (lenguaje constante y abundante). La intervención paterna sugerida es: la aceptación y adaptación, con entrenamiento al manejo de la frustración. Con un ejercicio de la autoridad concreto, directivo, objetivo y firme.
  6. Perfil Dramático: volatilidad en expresiones y acciones. Demandante de satisfacción a su “necesidad”.
    Dificultad para asumir, postergar o ceder. Errático en sus emociones o la manifestación de éstas. Detonado por un estímulo. La intervención paterna sugerida es: favorecer la sana verbalización, dar mayor vocabulario emocional y entrenar la tolerancia a la frustración. Con una autoridad autorregulada y tenga la habilidad para resignificar los eventos y dar objetividad a los sucesos, facilitando la contención de la conducta.
  7. Perfil Negativista: desafiante a la autoridad, demandando del poder o el control. Calculador de sus posibilidades (opciones para lograr su objetivo) y sus necesidades (que pedir o retar). Resistente y persistente en su discurso y posición. Puede llegar a ejecutar acciones de tipo físico dando énfasis a su postura. La intervención paterna sugerida es: promover que se asuma el orden jerárquico y los roles para integrar con ello a las figuras de autoridad. Siendo el manejo disciplinario direccionado, objetivo y empático.
  8. Perfil Impulsivo: actúa sin pensar, de forma inmediata, impaciente y acelerada. Con o sin estímulo previo.
    Atendiendo a su impaciente deseo, frecuentemente sin conciencia del impacto de sus actos sobre si y los otros. La intervención paterna sugerida es: promover la regulación motora, el autocontrol corporal y hacer ejercicio de la contención.
  9. Perfil Reactivo-Agresivo: estilo de respuesta irreflexiva de satisfacción inmediata, detonada por un estímulo exterior. De posterior conciencia reflexiva sobre sus actos y el impacto de estos. La intervención paterna sugerida es: desarrollar la capacidad para reflexionar, otorgar reforzador positivo y manifestaciones
    de afecto que se traduzcan en aceptación. Las respuestas deberán ser tendientes a la neutralización, regulación
    y ecuanimidad.
  10. Perfil Violento: ejercicio de poder y sometimiento. Con imperiosa satisfacción de su necesidad. Clara dificultad para considerar el bien o necesidad del otro. Acciones de tipo físico y psicológica. La intervención paterna sugerida es: Canalización de la frustración y el enojo para un mejor manejo del impulso violento, vinculación afectiva, empatía, con actitud firme pero serena. Conocido lo anterior y esperando haber ampliado el conocimiento sobre los diferentes perfiles que los niños pueden mostrar, señalo que no hay perfiles “puros” esto es, encontrará de dos a tres perfiles en un mismo infante, es importante que trate de identificar cuáles
    son los comportamientos más predominantes en sus hijos no con la intención de etiquetar, sino con el objetivo de entender su actuar y aportar el óptimo acompañamiento formativo.
    Otro de los elementos a considerar, era el nivel de gravedad del acto, o sea, que clasificación le daremos a la conducta que nuestro hijo e hija tuvo y en este rubro, usaremos los descrito por Vidal Schmill en su modelo de “Disciplina Inteligente”. La disciplina se establece a partir del cumplimiento de tres valores que llamar“básicos” y que generalmente los hábitos y conductas deseables se derivan de estos valores que son: el respeto, la responsabilidad y la honestidad. Por tanto, a la falta de uno o todos se aplica una consecuencia y es aquí donde surge la conveniencia de valuar el nivel de la falta, clasificando a estas en tres:
  • Falta leve: Llamar la atención, manifestar el sentir que su actuar detona, pedir de ser el caso se retire del lugar, señalar que procede para otorgar atención o su integración al lugar o actividad. Describir el impacto y lo negativo de su conducta y decir en una palabra lo que se requiere o espera suceda ya sea en el presente o
    futuro mediato.
  • Falta intermedia: Corregir y hacer el señalamiento puntual de la acción incorrecta, manifestar el sentir que su actuar ha detonado, pedir se retire o retirarse del lugar según sea el caso, pactar de forma detallada la reparación del daño, ofrecer opciones de ser necesario y emprender la acción para detener la conducta o
    reparar el daño.
  • Falta grave: Contener la conducta con una acción “impactante” (un tono de voz más firme, una expresión más dura, verbalización de ideas más directas sobre el impacto de lo sucedido, etc.), suprimir temporalmente todos los privilegios o permisos, enlistar que acciones se deben llevar a cabo para reparar el daño los más objetiva y clara posible, supervisar el cumplimiento de estas. Hablar sobre lo acontecido (expresión y desahogo, hablar de preocupación en lugar de pérdida de confianza “me preocupan tus llegadas tarde”). Advertir que su persistencia de buenas elecciones, permiten la recuperación de privilegios o derechos. Cubierta la lista señalada para la reparación del daño, regresa su vida habitual.
  • Seguro ahora cuenta con más elementos para conocer y entender el comportamiento infantil y adolescente que su hijo o hija pudiera estar presentando, deseo que posterior a la lectura de estas líneas, se sienta con recursos más efectivos para su intervención y recuerde: “usted es el mejor padre o madre para sus hijos, solo necesita que se lo crea”.

Por: Gabriela Porras Rangel

Dir. General de Integra-T

[email protected]

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