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Inteligencia Emocional

Posted by Susana on abril 24, 2017
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Educar es un acto constante de transformación sobre el educando (nuestros hijos) y claro, de nosotros mismos. Como padres tenemos un compromiso formativo con los hijos que es ineludible, y ello nos lleva a buscar los mejores recursos para aportar a su crecimiento y abonar así, a una sana infancia y el desarrollo integral.

No solo es proporcionar un bienestar económico o social la labor de los padres, sino con mayor relevancia lo será, generar aprendizajes para un Manejo Asertivo de sus Emociones, lo que algunos llaman Inteligencia Emocional, recurso vital en el proceso
madurativo a nivel emocional y del desarrollo de la autonomía. Cuando pretendemos educar en nuestros hijos el Manejo Asertivo
Emocional, se sugiere que los padres hagamos un trabajo personal en ello, o sea que también logremos un manejo asertivo desde nuestras propias emociones, recordemos que somos modelos formativos para nuestros hijos y que nuestro actuar enseña más que cualquier discurso que demos, bien dicen “la palabra enseña pero, el ejemplo arrastra”.

La madurez es un proceso evolutivo que lleva al sujeto a la autonomía, y ésta se ve reflejada en la capacidad que se tiene para afrontar y adaptarse a las circunstancias cotidianas de vida, siendo aquí donde radica la vital importancia del ingreso a la educación
formal (el colegio), la integración a un grupo social más allá de la familia (sus compañeros), y la interacción con otros adultos formativos (maestros), que implicaran en los hijos, espacios de conflicto y resolución del mismo.

En la medida que el entorno familiar del menor sea nutricio (afectivo, con jerarquías claras y comunicación asertiva) se le aportará certeza y seguridad a su vida, y tendremos por tanto, mayores oportunidades de garantizar un desarrollo armónico e integral a éstos. Pero vivir, es un constante proceso de adaptación, aprendizajes y cambios, mismos que generarán espacios de conflicto y nos invitan al desarrollo constante de habilidades de resolución, que en el mundo de los adultos, con lo aprendido uno busca sus propios recursos, pero en la infancia y adolescencia es el entorno familiar y principalmente los padres los que deberán generar estas
habilidades de resolución de conflicto,  en nuestro concepto de BLINDAJE EMOCIONAL mencionamos tres elementos base que integran dichas cualidad de personalidad: madurez emocional (autorregulación y manejo asertivo) el empoderamiento personal (poder personal, habilidad creativa de resolución el “como sí” a toda necesidad) y liderazgo positivo (asumir elecciones personales). Que logran en el sujeto una CAPACIDAD RESOLUTIVA Y VALIDACIÓN DEL SER.
Descubramos juntos que es el conflicto y las cualidades a desarrollar para un manejo asertivo del conflicto y las emociones derivados de estos.

Entenderemos por conflicto: a esa situación que se vive y en la que dos o más personas no están de acuerdo con el modo de actuar de un individuo o grupo. Es un desacuerdo que no se ha podido resolver. Falta de conciliación de las partes. Dichas oposiciones o
desacuerdos pueden ser por: intereses, necesidades, deseos o valores incompatibles o percibidos como incompatibles, la percepción juega un papel muy crucial en la generación de conflictos. Por lo tanto el conflicto se puede ver como una oportunidad para robustecer la relación, valuar nuestra madurez emocional, generar mayor capacidad de adaptación, aprendizaje, creatividad y desarrollar la habilidad de responder al entorno o puede evidenciar nuestra inmadurez e incapacidad socio afectiva, esto es ser una amenaza a nuestro confort. Por eso es vital dar a nuestros hijos “pequeñas dosis de frustración” que les permiten crecer el carácter y
aportan a su capacidad creativa de solución del conflicto.

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Estoy convencida que un fenómeno como el acoso escolar tiene hoy en día tanto crecimiento, porque en el entorno familiar no se desarrollan estructuras normativas claras en los niños, que les permiten primero asumir un límite, esto sería: no siempre me atienden, no siempre me dan, no siempre obtengo lo que quiere, no siempre me aceptan y por otro lado, yo (hijo) tendré que hacer o aceptar cosas que no siempre me agradan, me gustan, se hacer, o me llevaré algo a cambio por hacer, y entonces facilitaríamos en nuestros hijos, la comprensión de un límite, del espacio vital de los otros, la tolerancia a la espera de turno, la perseverancia y el esfuerzo al logro, consiguiendo así que ellos se reafirmen ejerciendo un límite sobre el otro. En el acoso escolar hay quien no sabe asumir un límite (agresor y los colaboradores) y quien no puede poner un límite al otro (agredido y espectadores), desde ahí se resuelve, con habilidades sociales y disciplina. Esta capacidad resolutiva ante la vida y validación del ser que yo denomino como BLINDAJE EMOCIONAL, permiten ante un conflicto, tener recurso para afrontarlo, en las siguientes líneas analicemos qué hacer
y cómo lograrlo.

El conflicto como proceso dinámico entre las personas, tiene elementos que potencian su fuerza y que una vez identificados
y bien manejados se llega a su resolución, esto son:

Poder
Es la capacidad de influencia de los participantes, identificado en:
· Relación de iguales o desiguales (ventaja de uno sobre otro)
· Nivel de afectación por el conflicto (a quién le impacta más)
· Coaliciones entre participantes o grupos (las fuerzas o asociaciones)
Entonces la visualización de un conflicto desde el elemento del poder sería: un niño que tiene incapacidad o deficiente habilidad para resolver situaciones (sobreprotegido) ante otro que se percibe más fuerte y capaz (reactivo o dominante) mismos que al entrar en una discusión, resulta el nivel de afectación mayor sobre el primero, puesto que la situación le rebasa y no cuenta con elementos para afrontarla,y si aunado a eso, tenemos a otros amigos del segundo fortaleciendo su postura de dominante, más complejo se vuelve las posibilidad de conciliación y negociación, evidenciado en el fenómeno escolar de violencia y agresión denominado acoso escolar. Cuando tenemos situaciones donde dos compañeros, amigo o hermanos están en conflicto y se desea intervenir, evitemos llegar y “rescatar” a uno de éstos, porque siempre dejaremos la percepción de minusvalía y falta de capacidad en el agredido y de mayor poder o fuerza en el agresor o incitador, por lo que se sugiere, reafirmar las reglas de convivencia o interacción entre ellos: “aquí no peleamos” “aquí somos amables” “aquí no está permitido ofender” esto genera la sensación de “aquí a todos, aquí en defensa ni protección de nadie” se acuerda de la famosa frase de su madre “o se ponen de acuerdo o subo a poner paz”, bueno pues es una intervención muy parecida, pero esta busca que ellos paren la conducta inadecuada y no perciban que hay favoritismos.

Percepción
Es la forma de interpretar el conflicto, sus causas y sus explicaciones. Pudiendo encontrar a uno de los participantes del conflicto seriamente afectado y otro que no es consciente de ello. Siendo su mayor riesgo la distorsión de la realidad.
Con que frecuencia intervenimos en situaciones que nuestros hijos describen como injustas para ellos, o que nosotros consideramos son inadecuadas, sin tener todos los elementos de los hechos acontecidos, los sentimientos vertidos e incluso el fin u objetivo que perseguía el evento y desde un contexto real y total generar una estrategia de intervención adecuada.
Seguro la presente situación que describiré sonara muy cotidiana, el día de hoy estando en el supermercado en la zona de frutas y verdura, un niño de aproximadamente 7 años se encontraba muy entretenido escogiendo fruta que guardaba con cuidado en su bolsa correspondiente, y sin mediar advertencia, llega otra niña de aproximadamente 10 años (que después identifique era su hermana) y con el carrito del supermercado lo “atropella”, no de forma accidental, sino intencionalmente (me fue clara la acción y no es producto solo de mi percepción), acto seguido se ríe y bromea con lo ocurrido, y claro el hermano se molesta y sin decir más, intenta alcanzar su cabello para jalarlo, en eso aparece el padre, que no presencio el evento y que ante la escena (el niño jalando el cabello a la hermana) lanza una sanción “ya sabes ahora quien se quedará sin jugar toda la semana”, creo este relato deja claro la evidencia de una mala percepción, ahora tenemos a un niño agredido, una hermana divertida e incluso ahora víctima y una sanción injusta o parcial de los involucrados, todo porque no se contó con los elementos totales del suceso.

Aunque para cerrar el evento, les comparto que me aproxime a la familia y en acto de justicia, explique los hechos observados, produciéndose la esperada reacción del padre hacia su hija, como diría mi madre “el que la hace la paga”. Escuchar la percepción del otro solo nos dará la panorámica de una realidad, no se escuchan versiones para convencer sino para entender que está pasando y porque no nos estamos entendiendo y por tanto pudiendo resolver. Desarrollar esta habilidad en nuestros hijos, será de gran ayuda, frases como “entiendo que estabas molesto y que eso hizo que aventaras lo que tenías en las manos y no era tu intención golpear” “me resulta claro que no querías molestarla, y no entendiste que ya no se estaba divirtiéndose con lo que hacías” importante: “lo entiendo, pero elegiste mal”, por tanto si corresponde una consecuencia. Creencias o Pensamientos.
Estos son los procesos mentales con los que regulamos nuestra conducta, pudiendo ser lógicamente inconsistentes (partir de premisas falsas o incorrectas de razonamiento). Ser inconsistentes con la realidad (no concuerdan con los hechos; distintos a lo observable). Pueden llegar incluso a impedir el logro de los objetivos personales (“no puedo”, “nada me sale bien”, “todo está mal”, “nadie me ayuda”), o ser dogmáticos, absolutas, expresadas con demanda (en vez de preferencias o deseos), con el desgaste
emocional que ello significa. Podemos identificarlo en el uso de palabras como: necesito, debo, debe, no puedo, jamás, etc. En lugar de un pensamiento más constructivo y positivo como sería usar expresiones de: “prefiero”, “es mejor”, “no me gusta”, “a veces”, “frecuentemente”, etc. Estas demandas pueden estar dirigidas hacia: uno mismo, ej. “yo debo ser exitoso”, hacia los otros, ej. “tú debes escucharme”, hacia el mundo, ej. “la vida debe ser fácil”.
En el caso de los hijos, escuchamos sus expresiones absolutas y demandantes: “nunca me dejas salir a jugar” “la maestra siempre me regaña” “nadie me invita en el recreo” “no puedo” “todos se burlan de mi” favorezcan un lenguaje asertivo y resolutivo con expresiones desde nosotros sobre lo que comparte, “te refieres a que hoy no podrás salir a jugar” “que te llamaran la atención hoy debió ser desagradable ¿qué pasó?” “eso quiere decir que estuviste hoy solo en el recreo, descríbeme que hiciste en ese tiempo” “no has aprendido, ven deja te enseño” “¿Quién se burló hoy de ti? Que bien que tus otros compañeros no lo hicieron”

Sentimiento
Es la reacción espontánea que surge desde nuestro interior, ante una persona, lugar o situación. Pudiendo ser adaptativos o desadaptativos. Los sentimientos están construidos desde nuestra historia y por ello se dicen que son personales, por tanto ante la misma situación, las personas pueden experimentar diferentes sentimientos entre sí. Son independientes a la voluntad aunque siempre se tendrá el dominio de elegir como reaccionar, resultando así el verdadero manejo asertivo emocional, elijo cómo reaccionar y me responsabilizo de ello.


Cuando se desea desarrollar esta madurez emocional, se sugiere empezar por identificar como nos sentimos. Esto es, si en este
momento estoy tranquilo, entusiasta, confiado, satisfecho, feliz o por el contrario, enojado, frustrado, apático, intranquilo, con frecuencia identificamos dentro de nosotros tres emociones: feliz, enojado o triste, cuando en realidad experimentamos otras y al no identificarlas elaboraremos estrategias para manejar al sentimiento equivocado.

Por tanto resulta vital favorecer la habilidad en nuestros hijo de que identifiquen sus emociones y su correspondencia con el lenguaje corporal propio y el de otros, ejemplo: al ver el cejo fruncido de nuestro hijo y sus brazos cruzados, podemos decirle “pareces molesto” utilizando una expresión ambigua no afirmativa “pareces” en lugar de “estas”; decir “estas” es suponer, y en comunicación asertiva esto no es válido, aunado a que cierra la comunicación. También es importante utilizar más palabras para expresar una misma emoción: “molesto, frustrado, irritable, enojado” esto le permitirá al menor identificar estados emocionales y en la adultez le será más fácil reconocerlos, siempre tomando en cuenta que no solo tenemos tres estados emocionales (felicidad, enojo y tristeza) ayudemos a identificar otros, podemos tener miedo cuando parecemos enojados, nostalgia cuando parecemos tristes, euforia cuando estamos alegres, y estos se viven y se resuelven diferente. Favorezcamos entonces la identificación del sentimiento y la resolución del mismo, señalo de forma importante que a diferencia de otros sentimientos y emociones, el enojo requiere de una válvula de escape y un periodo de calma para regresar a resolver; irritados, molestos, enojados no se llegan a acuerdos ni se puede resolver el conflicto.

Una vez comprendidos los elementos que integran el conflicto, debemos identificar en donde descansa la base o fuerza de nuestro
conflicto, tenemos un ejercicio del poder, nuestra percepción es diferente o distorsionada con respecto al otro, mis creencias no me
permiten flexibilizar mi pensamiento, generando una respuesta constructiva o asertiva, los sentimientos que estoy experimentando están resultando desadaptativos me generan más conflicto y lejos de identificar que deseo expresar o que intención tengo con respecto a mi sentir, solo estoy instalado en mi sensación o peor aún, únicamente estoy sobre reaccionando (grito, me aíslo, ofendo, amenazo, etc.) sin tener claro el objetivo que persigo con ello. Es real estoy instalado en el conflicto y no tengo la madurez emocional, ni desarrollada mi capacidad resolutiva, por tanto a trabajar para lograrlo. En un ejercicio similar entrenemos a nuestros hijos en donde están y que elemento o elementos del conflicto se encuentran.

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